Llueve Y No Estás

No es lo mismo cuando llueve si no estás. Me quedo ahí, parado, inmóvil, sin saber cómo reaccionar ante el fenómeno.
Cuando estábamos juntos si que lo sabíamos, solo bastaba mirarnos a los ojos mientras las nubes comenzaban a descargar sus vientres hinchados sobre nuestras cabezas.
Solo bastaba que posaras tu mano sobre la mía al tiempo que los primeros relámpagos en el horizonte nos prometían otra tarde que recordaríamos.
Dejábamos la ventana abierta de par en par, invitando a algunas gotas desorientadas a entrar. Gotas que se hacían nubes de nuevo al tocarnos la piel.
Un día de lluvia no era un día gris, un día de lluvia era el día con mas color, con mas sabor, con mas vos y con mas yo, con mas nosotros.
Fundirnos desnudos el uno con el otro, el uno dentro del otro, mientras el cielo se desplomaba.
Lluvia y sudor nos bañaban y nos unían. La tormenta lavaba nuestros pecados y nosotros creábamos pecados nuevos.
No es lo mismo cuando llueve si no estás.