18 diciembre 2006

Disección


La duda no me permitía dormir así que me levanté con cuidado para no despertarla y fui a la cocina a buscar un cuchillo. Revisé el cajón de los cubiertos y elegí el mas afilado antes de volver a la habitación.
Medité un momento cuál sería la forma mas conveniente de proceder y finalmente me decidí por un corte en la garganta. Eso me permitió luego separar la cabeza con relativa facilidad.
La bajé al suelo junto con las sábanas para poder trabajar mas cómodo ya que el colchón de resortes hacía que nos moviéramos a un lado y a otro en cada tajo.
Tomé la cabeza y le extraje los ojos, los revisé con cuidado y los descarté. Los labios, la lengua y las orejas siguieron el mismo camino.
Azoté contra el piso lo que quedaba del cráneo hasta que se partió y tomé el contenido dejando a un lado el envase.
Desmenucé cuidadosamente el cerebro, al principio esperanzado, al final con resignación.
Separé brazos y piernas del torso y seccioné cada articulación para luego poder revisar las partes por separado. Tras una minuciosa inspección los tiré sobre los otros restos.
Extirpé los pechos y los sostuve en mis manos mirándolos a la espera de una respuesta, una respuesta que no llegó así que los arrojé a un costado con lo demás.
Introduje el cuchillo en su sexo y de un solo corte la abrí hasta lo que quedaba de su garganta. Vagina, útero, ovarios, todo revisado y descartado.
Corté y vacié estómago e intestinos para escrutar su contenido. Enseguida aparté todo decepcionado.
Luego fue el turno de los pulmones, el hígado, los riñones, el páncreas y tampoco obtuve nada al examinarlos.
Solo me restaba el corazón así que amontoné todo lo demás dentro del torso abierto para que el desorden no me distrajera. Primero examiné su exterior meticulosamente, luego lo corté con cuidado para observar sus cavidades interiores. Nada. Tampoco allí estaba lo que buscaba. Arrojé con decepción los restos de su corazón sobre la pila sanguinolenta que se alzaba sobre la sábana teñida de excrementos.
Mientras metía todo en una bolsa, mientras la arrastraba hasta el ascensor, mientras la subía al baúl del auto, mientras salía de la ciudad, no pude dejar de preguntarme ¿Qué era lo que me gustaba de ella?.

Dr. CroW

Anonymous Anónimo:

DR. CROW:

Hacia tiempo que no sabia nada de usted pense que habia muerto de una sobredosis o algo, soy Sebastián Arbona de Mendoza y cuando era niño leia sus E-Zines, en donde publicaba sus codigos en VB.

Lo saludo nuevamente... Usted era mi hereo de la infancia...

Sebastian Arbona
http://jroller.com/page/javillion

01:21  
Blogger Marbot:

Guau. Creo que has llegado al súmmum. Muy bueno man. Muy bueno.

02:40  
Blogger Dr. CroW:

Sebastian :Recuerdo "DC E-Zine" y se me pianta un lagrimón. Actualmente estoy dedicado a la "docencia" (lo pongo entre comillas porque no soy un profesor con todas las letras) así que me he alejado bastante de la enseñanza online.
Como verás mis textos actualmente son muy poco técnicos :-P

Marbot :Siempre se agradece su paso por estas tierras.

09:25  
Blogger Lulet (Julia Mar):

Excelente. Como siempre.
Muax!

Lo adoro señor Crow.

15:05  
Anonymous Anónimo:

Muy bueno....limadamente extraño, aunque esperaba un final mas serio..me gusto, segui haciendo textos asi

PD:sos el heroe de alguien?jeje

Salu2

17:51  
Anonymous Anónimo:

Tienes gran imaginación... es una de las historias más sádicas que he leído... Me gustó, también inspira odio y locura...
Una perfecta mezcla de sangre, sexo y sadismo...

Saludos y felicitaciones para ti...
Sin más que decir... me desvanezco en las sombras...
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VampyKai

23:59