En La Buhardilla III

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Luego de contratar dos hombres en un poblado vecino (nadie en Arkham aceptó el empleo) y de comprar algunas herramientas y provisiones emprendí una expedición a través del bosque lindero a la antigua mansión que dominaba el paisaje a fin de encontrar esa ignota colina, sobre la que el viejo Hibrels había ordenado construir una pequeña habitación que poblaba mis fantasías de obscuros presagios.

Mentí a mis toscos acompañantes diciéndoles que buscaríamos unas ruinas de interés arqueológico. Es mas que sabido que los obtusos habitantes de estas regiones son dados a creer en fábulas y leyendas, siendo por demás supersticiosos. Si conocieran la verdadera razón de nuestro viaje sin duda se rehusarían acobardados.
La caminata atravesando el tupido bosque fue pesada y llena de obstáculos ya que en algunas zonas el suelo era pantanoso y se hacía muy difícil seguir el casi inexistente sendero trazado décadas atrás por Hibrels y sus compañeros.
No fue sino hasta el anochecer que llegamos a un páramo en las fronteras del bosque desde el cuál se veían las colinas del norte de Arkham, tan tenebrosamente célebres durante la época de la inquisición debido a las atrocidades sin nombre que se albergaron a su sombra.
Decidí acampar en aquel lugar, a pesar de lo nerviosos que se veían mis acompañantes. Por la mañana y bajo la luz del sol, se haría mucho mas sencillo encontrar nuevamente el rastro de Sir Charles y dar con la construcción de la que me hablara Pickman.