En La Buhardilla V
Al despertar supe exactamente lo que debía hacer.
Envié de vuelta a mis acompañantes hasta Arkham con instrucciones de conseguir algunas herramientas pesadas y alquilar caballos a fin de que retornaran lo mas deprisa posible, no quería arriesgarme a perder ni un minuto.
Les marqué en el mapa que llevábamos un punto en las colinas donde debíamos encontrarnos a su regreso y me despedí de ellos.
Una vez que partieron, luego de levantar el campamento, seguí mi camino, el sendero que ya había recorrido en mi pesadilla la noche anterior.
Tras aproximadamente una hora de marcha di con la repugnante construcción cúbica. En verdad hubiera deseado no encontrarla y que su manufactura y ubicación no me resultaran tan familiares.
Rodeé el recinto que debía tener unos cuatro metros de lado hasta dar con su puerta. Ésta se hallaba cerrada con un pesado candado que, para mi sorpresa, cedió fácilmente al golpearlo con una roca.
Abrí lentamente la pesada puerta, temiendo que algo agazapado en las penumbras se abalanzara sobre mí, pero lo que me encontré me produjo aún mas terror que cualquier fiera hambrienta. Frente a mi se encontraba la húmeda oquedad de la escalera que se perdía en las entrañas de la tierra. Sus paredes exudaban aquél pútrido limo que embarrara mi cuerpo desnudo en la pesadilla que me atormentó la noche anterior.
Di un paso adelante y miré al abismo. Agudicé la vista y el oído pero ante mí solo había una cortina negra, apenas si se podían ver los primeros diez escalones. Permanecí unos instantes hasta que, junto con el silbido del viento que provenía de ese hades desconocido, llegó a mis oídos ese golpeteo rítmico, pesado, hipnótico, como de tambores.
Retrocedí presa del terror y abandoné la construcción sin dejar de mirar sobre mi hombro. Cerré nuevamente la puerta y me senté a la sombra a la espera de mis ayudantes.
Un raro sopor se apoderó de mi y en numerosas ocasiones me dormí. En esos instantes de sueño tenía imágenes borrosas que claramente eran una mezcla de mis experiencias recientes. Mi pesadilla, el viaje a las colinas, Hibrels, mi investigación en Arkham y antiguos manuscritos que hablaban sobre terribles dioses y cosas que se habían ocultado en lo profundo de la tierra mucho antes de que el hombre pudiese llamarse tal, todo se fundía en una orgía de imágenes, sonidos y sensaciones.
A cada instante la asociación entre los rituales de Sir Charles y mis lecturas sobre ominosas deidades paganas se hacía mas fuerte. ¿A qué le rendía culto? ¿Qué era eso que había logrado despertar, al menos en parte y temporalmente, en su mansión?
No podía evitar traer a mi memoria un antiguo texto que había logrado obtener no con pocos esfuerzos y que relataba como indescriptibles criaturas, condenadas al exilio en las profundidades de la tierra cuando el hombre se esparció como un virus por los continentes, eran adoradas en antiguas religiones siendo ofrecidas en sacrificio las vidas de algunos pobres inocentes. Estas rencorosas, y terriblemente antiguas, criaturas eran poseedoras del secreto para invocar al dios Yog Sothoth o Tawil al Umr.
¿Eso es lo que buscaba Hibrels? No quería saberlo, mi mente se negaba a asimilar lo que inconscientemente relacionaba.
Mis hombres no tardarían en regresar con las herramientas que les pidiera y yo me sumía una y otra vez es ese sopor místico, tenebroso. ¿Hacía minutos o días que me había recostado sobre esa terrible pared de piedra?
Envié de vuelta a mis acompañantes hasta Arkham con instrucciones de conseguir algunas herramientas pesadas y alquilar caballos a fin de que retornaran lo mas deprisa posible, no quería arriesgarme a perder ni un minuto.
Les marqué en el mapa que llevábamos un punto en las colinas donde debíamos encontrarnos a su regreso y me despedí de ellos.
Una vez que partieron, luego de levantar el campamento, seguí mi camino, el sendero que ya había recorrido en mi pesadilla la noche anterior.
Tras aproximadamente una hora de marcha di con la repugnante construcción cúbica. En verdad hubiera deseado no encontrarla y que su manufactura y ubicación no me resultaran tan familiares.
Rodeé el recinto que debía tener unos cuatro metros de lado hasta dar con su puerta. Ésta se hallaba cerrada con un pesado candado que, para mi sorpresa, cedió fácilmente al golpearlo con una roca.
Abrí lentamente la pesada puerta, temiendo que algo agazapado en las penumbras se abalanzara sobre mí, pero lo que me encontré me produjo aún mas terror que cualquier fiera hambrienta. Frente a mi se encontraba la húmeda oquedad de la escalera que se perdía en las entrañas de la tierra. Sus paredes exudaban aquél pútrido limo que embarrara mi cuerpo desnudo en la pesadilla que me atormentó la noche anterior.
Di un paso adelante y miré al abismo. Agudicé la vista y el oído pero ante mí solo había una cortina negra, apenas si se podían ver los primeros diez escalones. Permanecí unos instantes hasta que, junto con el silbido del viento que provenía de ese hades desconocido, llegó a mis oídos ese golpeteo rítmico, pesado, hipnótico, como de tambores.
Retrocedí presa del terror y abandoné la construcción sin dejar de mirar sobre mi hombro. Cerré nuevamente la puerta y me senté a la sombra a la espera de mis ayudantes.
Un raro sopor se apoderó de mi y en numerosas ocasiones me dormí. En esos instantes de sueño tenía imágenes borrosas que claramente eran una mezcla de mis experiencias recientes. Mi pesadilla, el viaje a las colinas, Hibrels, mi investigación en Arkham y antiguos manuscritos que hablaban sobre terribles dioses y cosas que se habían ocultado en lo profundo de la tierra mucho antes de que el hombre pudiese llamarse tal, todo se fundía en una orgía de imágenes, sonidos y sensaciones.
A cada instante la asociación entre los rituales de Sir Charles y mis lecturas sobre ominosas deidades paganas se hacía mas fuerte. ¿A qué le rendía culto? ¿Qué era eso que había logrado despertar, al menos en parte y temporalmente, en su mansión?
No podía evitar traer a mi memoria un antiguo texto que había logrado obtener no con pocos esfuerzos y que relataba como indescriptibles criaturas, condenadas al exilio en las profundidades de la tierra cuando el hombre se esparció como un virus por los continentes, eran adoradas en antiguas religiones siendo ofrecidas en sacrificio las vidas de algunos pobres inocentes. Estas rencorosas, y terriblemente antiguas, criaturas eran poseedoras del secreto para invocar al dios Yog Sothoth o Tawil al Umr.
¿Eso es lo que buscaba Hibrels? No quería saberlo, mi mente se negaba a asimilar lo que inconscientemente relacionaba.
Mis hombres no tardarían en regresar con las herramientas que les pidiera y yo me sumía una y otra vez es ese sopor místico, tenebroso. ¿Hacía minutos o días que me había recostado sobre esa terrible pared de piedra?
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Quiero leer el finalllllllllll
Me esta empezando a gustar esta faceta Lovecraft
El moho y el olor pútrido se transportaron hasta mi habitación. Viene bien esto, tordo ;)
Gracias por sus comentarios. Así da gusto plasmar mis delirios acá :-P